domingo, 15 de enero de 2012

Loitsu (Hechizo)

(Leer el cuento escuchando la canción)

Hace mucho, mucho tiempo, existió al norte de Finlandia, un pequeño pueblo llamado Sadville. El nombre, se debía a que los habitantes de aquel lugar, habían sido víctimas de un perverso conjuro realizado por una vieja bruja, que les condenaba a estar siempre tristes. Según la profecía, el hechizo se rompería la noche en que bajo la nieve, una mujer de alma pura diera a luz a un hijo varón de ojos rojos, pues en cuanto los rayos del sol penetraran en aquellos iris, todo el cielo se cubriría de luces y fuegos que devolverían la alegría a los pueblerinos de Sadville.
Aquel niño nació cuando se cumplieron cien años después de esa desgracia. Fue hijo de un guerrero que perdió la vida luchando, y de una humilde pescadera que murió tras el parto. El bebé estuvo a punto de fallecer congelado, no obstante, fue rescatado por la malvada bruja quien lo hizo prisionero y le vendó los ojos para evitar que se deshiciera el conjuro. Aquella indefensa criatura creció débilmente en la oscuridad y recibió el nombre de Pahuksen, que significa maldito en finlandés. La bruja vivía con su sobrina, a la que prohibió terminantemente bajar al sótano donde retenía al chico. Lena, que así se llamaba la niña, creció en aquella casa creyendo que su tía escondía un hambriento monstruo de enormes fauces y garras grandes y puntiagudas bajo el suelo. El día en que cumplió veinte años, pidió permiso a la bruja para ver a la supuesta bestia, pero ésta se negó rotundamente. Cansada de obedecerla siempre, decidió bajar a escondidas la tarde en que su tía se fue al mercado a comprar ojos de gato y picos de oca para sus pócimas. El sótano era húmedo y frío. El fuego de la antorcha que Lena sostenía fuertemente, no era lo suficientemente luminoso como para traspasar la espesa oscuridad. De repente, algo se movió. Sonó como una cadena oxidada arrastrada por el suelo. Entonces, Lena vio a un chico con los ojos vendados arrinconado en una esquina de aquella habitación. Aparentaba tener unos diecisiete años, estaba muy delgado y mugriento. La joven se acercó a él lentamente y le habló con dulzura. Ajena a todo, Lena no entendía porqué su tía retenía a una persona tan frágil y tímida como era Pahuksen. Dispuesta a ayudarle, le prometió que volvería aquella misma noche para liberarle. Tras la puesta de sol, cuando ya todos los habitantes del pueblo se habían ido a dormir y reinaba la calma en Sadville, Lena salió de su habitación y armada con un hacha, entró en el sótano y cortó la cadena que ataba a Pahuksen a la pared. Juntos huyeron en la fría noche, sin embargo, no llegaron muy lejos, pues una fuerte ventisca acompañada de nieve y granizo les cortó el paso. Los dos jóvenes, se refugiaron en el bosque bajo las ramas de los árboles, esperando a que la tormenta pasara. A la mañana siguiente, Lena, curiosa, quitó la venda a Pahuksen mientras este dormía. Cuando el chico despertó y abrió los ojos, el cielo encapotado se tiñó de rojo escarlata y se cubrió de luces y estrellas fugaces que precipitaron sobre el pueblo. El polvo estelar devolvió la alegría a todos los vecinos, que juntos celebraron el fin del maleficio. Estando al corriente de la noticia, la perversa bruja huyó lejos para no ser quemada en la hoguera y nadie nunca supo nada más de ella. Cuenta la historia que, pocos años después, Pahuksen y Lena se casaron y que fruto de ese amor nació una pequeña niña a la que llamaron Onnellinen, que quiere decir feliz en finlandés.

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